CIUDAD DE MÉXICO, México, dic. 8, 2012.- Miembro fundador de El Colegio Nacional y merecedor del Premio Nacional de Artes Plásticas, Diego Rivera además de muralista y pintor de caballete, también hizo escenografías, decorados para edificios públicos, dibujo, acuarela e incluso una portada para la revista Fortune.
Guanajuatense de origen, nació el 8 de diciembre de 1886 y murió en el Distrito Federal el 24 de noviembre de 1957. La academia de San Carlos recibió a Diego Rivera cuando tenía 10 años. La pintura y ése niño de talento desbordante se encontraron para no separarse. José María Velasco y Santiago Rebull fueron algunos de sus maestros. José Guadalupe Posada tuvo notoria influencia en su obra.
Durante su estancia en Europa, se unió al Movimiento Cubista como uno de sus protagonistas. Expuso su trabajo en Francia, España e Italia. Luego de la Revolución, en 1922, regresó a México para iniciar su etapa como muralista con un fresco en la Escuela Nacional Preparatoria. Fue la época en que comenzó su activismo y militancia en diversas organizaciones políticas, obreras y campesinas. Fue pieza clave en la llegada de León Trotsky a México.
De un estilo caracterizado por su grandiosidad, la fuerza de sus imágenes, un tono crítico y la carga social, su obra no pierde actualidad. En varias ocasiones, Rivera dejó ver la fascinación que le provocó el avance industrial. Nueva York, San Francisco y Detroit se cuentan entre las ciudades que tienen testimonios del artista plástico mexicano.
Figura fundamental del Muralismo Mexicano, una de sus obras más espectaculares e importantes es Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, que pintó a finales de los cuarenta en el desaparecido Hotel del Prado.
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